(Marsella, Francia; 7 de febrero de 1903 – Buenos Aires, Argentina; 27 de agosto de 1981)
Fue un importante músico, pianista, bandoneonista, acordeonista, director de orquesta, compositor e intérprete de tangos, milongas, valses, candombes, rancheras, pasodobles y otra cantidad de ritmos diversos que le dieron la inmensa popularidad que disfrutó a lo largo de casi 40 años y, nada menos que 763 temas grabados, casi todos para el sello RCA-Víctor.
Desde muy joven se presentaba en cafés y salones como pianista
acompañante y, pronto, se reunió con un par de amigos para realizar giras por
los pueblos cercanos.
Son destacables sus dos versiones de La cumparsita, la primera de
1949 y la otra de 1965; recordemos que le
pertenece el pasodoble Amor gitano, cortina musical del
célebre Glostora Tango Club.
Junto a su música “seria”, interpretó una cantidad similar de
composiciones en tono alegre y festivo. Quienes éramos chiquilines en los
cuarenta, recordaremos aquello de: “Cae, cae, no se puede levantar...”, “Se va el caimán, se
va el caimán, se va para Barranquilla...2, o
aquella vaca lechera que no era una vaca cualquiera porque daba leche
merengada. Y mucho tiempo después, aquello de “Deben
ser los gorilas, deben ser”, en colaboración con
Delfor para su éxito radial La Revista Dislocada.
Es imposible enumerar todos los sitios donde se presentó. Su estilo
consiguió la aceptación a lo largo de todo el país y sus éxitos más destacados
se escuchaban por todas las radios permanentemente, a tal punto que era
imposible que muchos no se aprendieran por lo menos los estribillos de aquellas
letras.
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