EDITORIAL
Finalmente, el pueblo votó y el resultado fue la estabilidad en la penumbra, tal vez el miedo y
priorizar el anti peronismo; el electorado
desestimó tanto la corrupción como el narcotráfico. El abstencionismo puso lo
suyo, pero no cambia la lectura de un triunfo incuestionable y contundente del gobierno,
con un 40%.
Habrá tela para cortar durante un tiempo para analizar este comportamiento
no esperado, y el nuevo fracaso de las encuestas que no previeron lo sucedido.
La ratificación al plebiscitar a Milei, a pesar
de sus anuncios pre electorales de mayores ajustes, con
reformas laborales y previsionales, lesivas para los trabajadores, jubilados,
estudiantes, discapacitados, personal de salud, etc.
La pérdida de derechos y que, a pesar de estar mal,
suponer que se puede estar peor sin Milei, o tal
vez el miedo a una explosión que termine con todo.
Ahora la disputa se traslada al Parlamento.
El abstencionismo jugó su papel, pero no justifica el
comportamiento del escaso 60% que votó; tampoco
el electorado evaluó la pérdida de soberanía, ni
las relaciones carnales con los Estados Unidos.
Argentina y América suman 215 años de una guerra inconclusa, primero contra la
colonización española, luego contra la inglesa y hoy contra los EE.UU. y el FMI, que
lograron entronizar a la banca Morgan en el mismo gabinete de Milei, sin
que ese 40% que votó al gobierno se ponga colorado.
El tiempo será el testigo de cómo continuará el futuro del
país y de sus habitantes, que no pinta nada claro en un escenario catastrófico,
de extrema gravedad, marcado por una profunda crisis económica, sin
alternativas claras de una pronta salida, con un endeudamiento brutal que
deberán pagar en el futuro, nietos y recontra nietos.
Las relaciones carnales con los Estados Unidos marcan una
inédita dependencia jamás vista, mayor a las épocas de Braden o durante el
gobierno de Menem, hoy en un contexto de multipolaridad, donde Argentina carece
de sintonía con los procesos internacionales actuales y la creciente influencia
de las potencias económicas asiáticas, especialmente de China.
Dicen que el tiempo cicatriza las heridas, pero ¿podrá el
tiempo revertir los daños irreparables en la sociedad, donde los decibeles más
bajos de su escala se encuentran en total
desamparo? Son preguntas a formularse en los
próximos días, semanas, meses… pero la respuesta es una incógnita.
Como corolario, Scott
Bessent, desde “el Tesoro”
de los EE.UU.,
saludó alborozado la victoria de Milei: “Esperamos que continúen los pasos
hacia una mayor libertad económica”. Ésta es la cuestión.
Hasta la próxima

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