Afganistán: la paz que no fue
Cuando ingresó
Donald Trump al poder, fueron varios los cambios que la Casa Blanca le imprimió
a su política exterior. Uno de los más resonantes de ese momento, fue la
búsqueda de la paz en Afganistán con el consiguiente retiro de las tropas
norteamericanas de dicho país. Transcurrida gran parte de la administración republicana, las
intenciones originarias no se trasladaron a la realidad.
Cuando todo Medio
Oriente está nuevamente a punto de estallar –de
hecho las bombas que estallaron en los oleoductos sauditas impactaron
fuertemente en la economía global–, un foco de
incendio, que parecía a punto de apagarse, revivió para complicar aún más
cualquier intento de pacificar la región.
Hasta principios de este mes, las negociaciones entre los
norteamericanos y los talibanes marchaban viento en popa; aunque un poco demoradas las negociaciones estaban a punto de
llegar a buen puerto. Si a esto sumábamos el tenue deshielo con Corea del Norte
y las conversaciones con Irán, el panorama era medianamente optimista.
Pero el diablo
metió la cola y el acre olor de la pólvora volvió a instalarse en Medio
Oriente. El atentado en Kabul, que mató a 12 personas, abrió un compás de
espera, al que hay que sumarle la incertidumbre provocada por las elecciones en
Israel y las posibles represalias contra los supuestos culpables del bombardeo
a los oleoductos situados en Arabia Saudita.
Por eso no fueron
casuales los movimientos de funcionarios responsables de la política externa.
Trump ya despidió a su tercer asesor en política exterior, mientras Rusia y
China observan expectantes los movimientos de la principal potencia militar
mundial.
Difícil pronosticar
el devenir de las nuevas acciones, pero el mundo
vive con creciente temor el desconcierto y los vaivenes de la política exterior
de Trump, que puede ocasionar, en el mejor de los casos, nuevas negociaciones
diplomáticas, pero en el peor, una serie de represalias militares que son
siempre onerosas en vidas humanas y que pondrían en peligro el delicado equilibrio
de la región.
PABLO SALCITO
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